Es Bueno Reirse de Sí Mismo?


Información:

Esteban Cañamares, Psicólogo Clínico y Sexólogo, Colegiado M-09659 dice:

Cuando recibo por primera vez a un paciente y observo que es capaz de referirse a sí mismo con autocrítica, y utilizando frases del tipo "fíjese que infantil fui", "aquello era una chiquillada", "es que yo en esto soy un tanto maniático", "debí de dar una imagen ridícula", etc. pienso que es una persona con capacidad de cambio, con posibilidades de interpretar el mundo y a sí mismo de otra forma, con posibilidad de mejorar.

Pero esto a condición de que se haga con humor, con una sonrisa en los labios, y con el ánimo que tenemos cuando somos conscientes de que todos los humanos somos como niños, como niños perdidos y asustados, aunque a veces representemos el papel de adultos seguros y de éxito.



¿DE DONDE NOS VIENE ESTA CAPACIDAD?

Hace unos años descansaba yo entre paciente y paciente en un parque público cercano a mi consulta, frente a mí, en otro banco, había un niño de poco más de dos años, que jugaba bajo la atenta pero tranquila mirada de su madre. Con sus movimientos aún un tanto torpes, cogía barro con la pala de plástico y llenaba con él el cubo azul con el que apenas podía, lo llevaba cerca de su mama y allí lo vaciaba sobre el suelo, dejando caer el barro desde tan alto como le era posible.

Un viaje, otro más, y otro, y... esta vez el barro cayó sobre su cabecita, embadurnando todo su pequeño cuerpo y creando para él una situación inesperada y sobre todo difícil de catalogar. Efectivamente su cara denotaba claramente que no sabía como entender aquello, no sabía si reír o llorar, quedo paralizado por un instante, sin angustia, pero sin saber que hacer.

Como suele ser normal en estos casos miró a su madre, en espera de información, con su carita manchada de barro, con esos ojos abiertos de par en par, con esos mofletes de niño que tanto nos gusta a los mayores pellizcar, ¿qué hago? parecía querer decir. La madre se levantó sin angustia, le dio un beso, empezó a reírse y al mismo tiempo hizo un gesto como invitando al niño a imitarla, a reírse él también, a continuación le limpió e intentó explicarle que debía tener cuidado de no volver a mancharse, se lo dijo con firmeza, pero con cariño.

Así aprendemos a reírnos de nosotros mismos, a entender lo que nos pasa con indulgencia, (lo que no excluye el afán de superarnos).

¿QUÉ BENEFICIOS OBTENDREMOS DE ESTA CAPACIDAD?

Son muchas las ventajas que podemos obtener de esta capacidad de reírnos de nosotros mismos. En el contacto con los demás, algo siempre difícil al principio, tendremos la ventaja de no temer tanto que se rían de nosotros, ¿ porqué, si somos los primeros en hacerlo?

Es sumamente útil enseñar a los tímidos a hacer el ridículo, a reírse de sus pequeñas cosas: incongruencias, despistes, manías, costumbres personales, etc. En las situaciones apuradas o ridículas en las que todos nos vemos envueltos alguna vez, tendremos la ventaja de que no nos traumatizaremos, de que no nos dejarán huella, de que quedarán en la categoría de simples acontecimientos a archivar.

En los inevitables cambios de roles, de estudiante a trabajador, de hijo a padre, de activo a jubilado, de protagonista a comparsa, de sano a enfermo, etc. tendremos menos dificultades, ya que seremos menos rígidos con nosotros mismos, lo cual no quiere decir que por ello seamos menos auto-exigentes. Nos costará menos superar las dificultades sexuales que encontremos en nuestra pareja o en nosotros mismos. Seremos más flexibles a la hora de innovar y de adaptarnos a nuevas parejas.

Finalmente mejorará nuestra autoestima, ya que veremos el lado menos agraciado de nuestra personalidad con indulgencia, con humor, con amor. En definitiva, la capacidad para reírnos de nosotros mismos es algo muy sano, que indica que somos tolerantes con nuestras imperfecciones, que somos auto-críticos y capaces de revisar el pasado y construir un mejor presente, y nos proporciona por tanto un buen ajuste psicológico.

Reírse de uno mismo, lejos de suponer una actitud intransigente hacia nosotros mismos, es requisito imprescindible para tener un buen nivel de salud psicológica.

Si quiere entrenarse puede practicar así:
  • Ante el espejo haga muecas, gestos y expresiones ridículas.
  • Haga revisión de su pasado, ríase de las equivocaciones, aunque tenga que forzarse para ello, si no le sale la risa hágalo como en una representación teatral.
  • Con sus más íntimos comente aquellas situaciones absurdas en las que se ha visto envuelto, empiece por lo más fácil de contar.
  • Dé un beso a los suyos cuando hagan el ridículo, en el fondo se lo estará dando a usted mismo.

Artículos Relacionados



0 comentarios: