Diccionario de Dudas & Dificultades de la Lengua Española


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El Diccionario de dudas de Manuel Seco ha sido la herramienta de consulta por excelencia del español moderno. Sus repetidas reimpresiones dan fe de su utilidad, y esta edición renovada va a seguir estando en un puesto privilegiado en cualquier biblioteca de consulta. Respecto a la edición anterior, se han agrupado consultas antes dispersas en un solo cuerpo de diccionario, se han ampliado numerosas entradas y se han añadido temas actuales (por ejemplo, el uso de nombres propios en otras lenguas del estado).
Las intervenciones normativas son delicadas, porque en temas lingüísticos los acuerdos se toman por sufragio universal, y una postura únicamente autoritaria no sirve de nada. Además, hay que saber lograr un equilibrio entre las tendencias naturales de la lengua y las fuerzas externas que actúan sobre ella. Y por último, hay que poder transmitir bien las razones que hay detrás de cada decisión, para que el lector tenga no sólo una solución, sino también una orientación. En todo ello Seco es un maestro.

La persona que tiene dudas sobre el español no está sobrada de ayudas: la Academia le puede dar un apoyo léxico, también empiezan a existir buenos diccionarios de uso modernos. Pero hay temas como el régimen preposicional (¿se dice habilitar con, de o para?), la puntuación, la conjugación de determinados verbos, problemas de construcción (como el uso del no en las comparaciones), los matices semánticos (diferencias entre raptar y secuestrar), las posibles confusiones (atajo y hatajo), las dudas en nombres propios (¿cómo pronunciar Mogadiscio, cómo se llaman los nativos de Laos?), los tecnicismos (¿se debe usar computerizar?), y muchos otros que sólo una obra como ésta puede reunir.

Manuel Seco tiene la autoridad de su largo ejercicio profesional, no vacila en enmendar la plana a la misma Academia (de la que forma parte), si cree que tiene razones para ello; posee un sano criterio; se expresa siempre con sencillez, y muchas veces con humor (véase severo, o raptar). En suma: no es de extrañar que este diccionario siga siendo la mejor obra de consulta con la que cuenta nuestra lengua. Y un ruego: dado que la mayor parte del trabajo lingüístico se realiza hoy en ordenador, ¿para cuándo una edición electrónica de esta obra, que permita trasladar a la pantalla instantáneamente su buen juicio y su excelente guía?

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